Si algo sabe bien el avezado viajero Erasmus es que muchas veces se va a por lana y se sale trasquilado. Pero no en este caso, en el que las que salieron trasquiladas fueron sesenta ovejas, una parte rojas de las Ardenas y otra parte Black Face, con cuernos y bastante inquietas para tratarse de ovejas.

La tarde se nos pasó en recoger muestras, doblegar ejemplares, rapar, desinfectar heridas y recoger la lana, que se venderá en la cooperativa local a 18 céntimos el quilo.

Mucho trabajo para tan magro beneficio; todo sea por el térmico bienestar de estos ejemplares tan bien dispuestos para el aprendizaje (nos referimos a los óvidos). A todo ello hay que añadir la fuga de una oveja traviesa, perseguida a la carrera por nuestros chicos hasta la extenuación (de la oveja). Otro hito más que añadiremos a la ya larga lista de méritos de los estudiantes españoles, y que incluye la capacidad para colaborar en equipo con compañeros de otro país en pos de un objetivo común.